En los últimos días se ha hablado hasta el cansancio del nuevo presidente electo de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama (también en español). Los canadienses tuvieron su propia elección de primer ministro como un mes antes, pero la verdad, fuera de los propios canadienses, ¿a quién le importa el primer ministro Stephen Harper, o sus rivales Stéphane Dion, Jack Layton, Gilles Duceppe o Elizabeth May? Los canadienses más bien estaban envidiosos de sus vecinos del sur, donde la efervescencia política se sentía. La verdad, la mayoría de los canadienses se morían de ganas de votar por Obama, y la CBC en sus programas de comedia Air Farce y el Rick Mercer Report, se reían de ello.
Yo mismo, si hubiera podido, hubiera votado por Obama. ¿Y qué tiene Obama que no tenga yo tenía John McCain?
Una de las cosas más importantes, la oratoria. Obama te engrupe muy bien. Partía recordándote su historia de esfuerzo para llegar donde está, cómo se ha abierto camino entre racistas y prejuiciosos. Te habla de las ideas, por sobre el prejuicio. Tú escuchas a Obama, y te dice cosas lindas, cosas con sentido, te convence de que así es como deben ser las cosas, que está dispuesto a luchar por ello y así termina por conquistarte. No es sorpresa que la gente que lo apoyaba gritara a todo pulmón, junto con él, el slogan "Yes we can!" Simple y efectivo... Perfecto.
Obama es un tipo relativamente joven; uno podría objetarle que no tiene mucha experiencia. Para contrarrestar un poco eso, eligió como vicepresidente a Joe Biden, al que se le notan más los años, desplazando en ello a su contendora Hillary Clinton. El apoyo final de Hillary se lo reservó hasta bien entrada la campaña.
Por otro lado, contaba con la fortuna de una reprochable administración anterior; entonces Obama podía decir cómodamente, y lo hizo, que votar por el otro candidato era perpetuar dichas condiciones, y de ahí al cuento del cambio. Lo que le caía como ají en el poto a John McCain, que había corrido contra George W. Bush en 2000. Bush lo desplazó empleando métodos... digamos objetables, y que lo sumieron en el fracaso. La CBC decía que McCain había considerado seriamente cambiarse de partido, pero finalmente decidió seguir adelante. Tuvo que hacer las paces, un poco de mala gana, con Bush, y salir a buscar votos. McCain es de hecho uno de los gayos más progresistas de entre los republicanos; la derecha religiosa gringa no lo quería mucho: ¿cómo ganarse su confianza? Entra Sarah Palin, gobernadora de Alaska, y ella sí que iba a favor de los fundamentalistas religiosos. Pero los discursos de Palin fueron bien desafortunados, y además se preocupó demasiado por lucir regia, estupenda y a la moda, lo que consiguió, pero causó que terminaran riéndose de ella. Cuento corto, el tiro les salió por la culata a los republicanos.
Otro punto a favor para Obama fue el uso de Internet. Su aparato de campaña montó un portal impresionante, hasta con una red social (My.BarackObama.com). Motivaron no tanto a los grandes inversionistas como sí a la gente misma. ¿Resultado? Recibieron por concepto de donaciones una cantidad de plata inaudita, lo que les permitió gastarse en propaganda otra cantidad inaudita. La primera víctima de esta maquinaria social fue Hillary Clinton en las primarias; aún recuerdo que ZDNet decía que la campaña de Obama era como Mac y la de Clinton, como un PC.
Raya para la suma, victoria histórica, no sólo por que sea el primer presidente afroamericano, sino porque hicieron muchas, pero muchas cosas bien. Muchas lecciones aprendidas, para ambos lados.
Pero la verdad, no sabemos cómo será la administración Obama. De las palabras lindas a los crudos hechos, hay un trecho bastante grande. Con su conmovedora campaña, Obama se ganó ahora un problema grande: hay demasiadas expectativas puestas en él. Además, tiene la crisis económica al frente, cachito heredado de la administración Bush. El panorama no se ve fácil.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario