jueves, 30 de julio de 2009

La Señorita Cora de Julio Cortázar

Ayer martes vino al laboratorio una niña a la que le había estado echando el ojo desde hacía bastante tiempo; resultó que ella es de ingeniería y necesitaba ocupar el microscopio Raman. Cuando había conversado con el jefe, él había designado a Nik para que le ayudara, pero Nik no se apareció en toda la mañana, así que yo le ofrecí ayudarle. Se demoró mucho en volver con sus muestras, pero llegó. Se llamaba Cora me dijo, aunque quizás cómo se escribe en realidad, porque ella es iraní, originalmente. Traté de meterle conversa, de explicarle más o menos de qué se trataba, pero pasó más o menos lo mismo que pasa con toda la gente que viene a usar el equipo sin cachar una de espectroscopia: no saben bien qué es lo que quieren, qué es lo que necesitan. La cosa es que tampoco me dejó meterle mucha conversa, y me sentí bastante tonto, como que no quiso medir mucho mientras yo estaba, y eso que después, cuando finalmente llegó Nik, ella hizo prácticamente lo mismo que le mostré yo.

Como sea, el nombre me hizo acordarme de cuando estábamos en primero medio y a la profe Ema Salamanca se le ocurrió que leyéramos ese cuento famoso de Julio Cortázar, La señorita Cora. Recuerdo que quedé traumatizado cuando lo leí, me sentí malísimo. En ese momento no pensé mucho en el por qué me sentí tan mal al leerlo, pero ahora que lo pienso, debe tener que ver con que en ese año de 1997 yo estaba obsesionado con una niña que iba en el Liceo 7, y que era casi un año mayor que yo. Como el protagonista del cuento, que se enamora de la enfermera, y que quiere hacerse el mayorcito.

Al año siguiente, el profe de guitarra mencionado en el post anterior, me cagó olímpicamente, porque yo seguía viendo a esta niña, me seguía gustando, y un día el profe me vio llegar a esa habitación del segundo piso de la Casa de la Cultura de Ñuñoa donde tenían lugar las clases de guitarra, me preguntó cómo estaba, no supe darle una respuesta, y me espetó “Usted, don Ariel, se enamoró… de una mujer mayor”.

CSM. No quise saber cómo había adivinado. No me salían las palabras, no atinaba a nada. Ahí quedé, desarmado, como un espadachín que contempla cómo el oponente, en un paso casi mágico y sin darme cuenta, hizo volar limpiamente la espada de mis manos…

Después de que salí de cuarto medio, sólo una vez volví a ver a esa niña, en la biblioteca de su facultad. Ahí me enteré que estudiaba Ingeniería Comercial. Pero después de ese encuentro, nunca más supe de ella.

Link al texto completo del cuento La señorita Cora de Julio Cortázar.

4 comentarios:

Alejandra dijo...

Uhm.. eso te pasa por andar fijandote en niñas del Liceo 7 en vez de niñas del L1 =P

Es divertido que cuando eramos adolescente 1 año hacia tanta diferencia.. y ahora ni 5 años de diferencia son relevantes

Ariel Guerrero dijo...

Ja ja ja. No, si de hecho, también me fijé en alguna niña del L1. Ha sido chocante comprobar que ahora todas las niñas en las que me fijé de adolescente, están en Facebook. También mis dos ex-pololas.

Sí, tienes razón, la edad ahora ya no hace mucha diferencia, y antes sí. Es realmente increíble.

Y esta niña de la que hablo estudió en la misma facultad que tú; es hasta probable que la hayas conocido...

Anónimo dijo...

Ohhhh que tierna historia y que maldito el profesor..

Tú estabas enamorado de una niña un año menor y yo, babeaba por un profesor que era ultra flaco, de hecho le decian "calambrito" ajajajaajajaja.. y ahora que lo pienso, los flacuchentos me causan rechazo..

Pero bueno.. me gustó saber de tu romantica historia de amor frustrada de adolcescente... Harto tímido ¿ehhhh?

Un abrazo!

Ariel Guerrero dijo...

Sipo Ani... Creo que lo tímido no se me ha quitado mucho. Muchas gracias por tu saludo, cariños a ti tb.