jueves, 17 de abril de 2008

El funeral -- más esperanzador que triste

Y sipo, como ya les conté, la semana pasada falleció mi viejo amigo y compañero de curso en el Instituto Nacional, Roberto Mallea. Fuimos compañeros de curso 4 años, desde 1997 (1ºH) hasta 2000 (4ºK). Tercero y cuarto medio yo me sentaba detrás de él, así es que tuve hartas oportunidades de conversar con él, y de conocer su brillante intelecto y su integrísima personalidad.

Fui al funeral, y ahí concurrieron masivamente todos los compañeros de medicina de Roberto, de los cuales varios comentaron en el posteo anterior, pero ninguno me reconoció y se acercó a mí. Se perdieron la oportunidad de conocer personalmente al tremendo galán que soy (XD).

Pero sí me reconocieron y me saludaron mis viejos compañeros de curso. Viejos amigos.

El ánimo no debía ser bueno, y de primera no lo fue. Todo lo que pasó en el día me traía recuerdos bonitos de Roberto; para bien o para mal, mi memoria es muy buena. Me contacté con Claudio para ir, y Claudio le pidió al profe Fernando Venegas (sí, el director de la orquesta del Instituto Nacional) que cantara. Total que conversé harto rato con él hasta que llegó Claudio, y ahí partimos en la camioneta del Instituto con dirección a Buin.

En el camino nos fuimos casi puro echando la talla, lo que fue bueno. Recordábamos varias cosas, no dejó de darme su resto de susto el momento en que pasamos por el infame puente Maipo. Más adelante vimos la M del McDonalds de Buin. Ahí le hice el comentario a Claudio, mira, ahí tienes "el emblema de la ignominia, el oprobio y la vergüenza", como la denominaba Roberto. Claudio también recordó a Roberto llamarla así.

Después, llegamos a la iglesia a las 13 horas, con dos horas de anticipación. Durante una hora Claudio con el profe estuvieron ensayando en la iglesia las cosas que podían o no cantar (fue bien improvisado). Habían llevado un teclado; el profe cantó y Claudio acompañaba. El profe me pidió ir de una carrerita a sacar una fotocopia de una partitura, fui. Ya habían llegado varios de los compañeros de Medicina de Roberto.

En seguida, la tía de Claudio (que vive al lado de los abuelos de Roberto) nos invitó a almorzar. Ahí vi a mucha gente de la PUC, y a mis ex-compañeros Walter Rivas y a Emilio Becker, a los que no veía hace muuucho tiempo. Luego de almorzar, pasamos a un cibercafé a imprimir la carta de mi compadre Felipe Herrera que mandó sus condolencias desde Vancouver, Canadá. Nos demoramos en imprimir, llegamos a la misa justo cuando ésta iba a empezar. Me instalé en una banca en la primera fila por el ala izquierda (mirando hacia el altar) de la iglesia. A mi lado estaba una niña bajita, delgada y morena de la PUC. No supe cómo se llamaba; sólo recuerdo que la abracé en un momento en que se puso a llorar durante el discurso de uno de sus compañeros.

La homilía la hizo un sacerdote que a la vez es médico y profesor de la UC; Patricio era su nombre, no recuerdo el apellido (¿sería el mismo que comentó en el post previo?). Nos hizo ponernos de pie a todos los que fuimos compañeros de Roberto, y dio un discurso muy lindo y emotivo. Después siguió la consagración, y durante la comunión intervinieron los músicos; el profe Venegas cantó, con el acompañamiento de Claudio, el Ave María de Schubert (que originalmente no era Ave Maria). Después se mandaron el hermosísimo motete Ave Verum Corpus KV 618 de Mozart. Claudio me contaba que por fin pudieron romper la "maldición", por así decirlo, que les tenía ese motete, porque siempre lo habían querido cantar pero nunca habían podido, porque por tiempo no alcanzaban a cantarlo. Aquí, la masiva concurrencia al funeral hizo que mucha gente comulgara, con lo que pudieron, finalmente, cantarlo. Al terminar la misa, el profe y Claudio cantaron la canción "Bis du bei Mir" de Johann Sebastian Bach.

Después de la misa, hubo discursos, uno bien emocionado de un alumno de la escuela de Medicina, compañero de Roberto, y después el del Dr. Francisco Mardones, con quien Roberto trabajaba en investigación en Salud Pública. Este doctor alguna vez trabajó en el INTA de la Universidad de Chile, y por eso conoce a mi mamá que es la bibliotecaria del INTA, y de vez en cuando le pide artículos que no le proporciona la PUC. Mi mamá, conversando con el Dr. Mardones, le contaba de mí, y él le contaba que estaba trabajando con Roberto. El funeral dio la oportunidad para que yo conociera personalmente al Dr. Mardones y él me conociera a mí. Estuvimos conversando un ratito, él me presentó a sus ayudantes alumnas (cuál de todas la más rica; cómo te envidio, Roberto...)

Después, el reencuentro con los viejos amigos del colegio, esencialmente, los que aparecen en la foto. Sebastián Moreno nos llevó a Guillermo Riaño, a Michel Lapierre, a Wilson Ureta y a mí en su auto, y nos fuimos con los Guns N' Roses a todo volumen y tirando la talla en el camino. Al verlos tirar la talla todo el camino, no pude evitar pensarlo, y después le hice el comentario a Guillermo, "veo a estos weones, y es como si el tiempo no hubiera pasado; es como si todavía estuviéramos en segundo medio, en el '98". "¡98! ¡Puta diez años weón!" Sipo. Diez años, pero no los sentíamos.

Llegamos al cementerio cuando un caballero evangélico daba un discurso y luego hizo una oración. Ahí fue cuando Guillermo me hizo el ingenioso comentario, "Pucha el Roberto, ¿te dai cuenta? Siempre el primero en todo... ¡Hasta en irse!". Me dio mucha risa. Después dio su discurso el profe Alexis Parraguez, el profe jefe del 2ºH 1998 y que trajo el saludo de nuestra profe jefe de cuarto medio, la profe Marisol Carilaf quien se encuentra con un avanzado embarazo, lo que le impide moverse mucho.

Después de la sepultación de Roberto, le entregamos la carta de Felipe (yo junto con el papá de Felipe, el tío Pato) a la tía de Roberto, y yo le di personalmente las condolencias de Ronny Martínez, que está en Bremen, Alemania. Cumplí con mis amigos internacionales.

Después, la gente se empezó a retirar del cementerio; en ese momento nos juntamos los viejos compañeros de curso, me dio tanto gusto ver a todos los que estaban ahí y que no veía hacía tanto tiempo. Espontáneamente salió la idea de cantar el himno del colegio, para lo que nos juntamos en un círculo; Guillermo dio la partida, y pronto entonábamos a todo pulmón "Que vibre compañeros, el himno institutano..." David Bascur me hizo el comentario "¡Hacía años que no lo cantaba!" Por supuesto, ninguno de nosotros lo había olvidado.

Hicimos una lista de correos y teléfonos para no perder el contacto, organizada por Manuel López, otro que no veía desde el 2000. Me dio mucho gusto verlos a todos; les conté que a muchos quizás no los vería nunca más en persona, porque la semana anterior me había llegado la carta con la oferta de admisión a la University of Windsor. Hoy precisamente la secretaria me confirmó que estaba admitido y que me estaban esperando para Septiembre.

Después de eso, los abrazos de despedida, y el tío Pato nos acercó a mí, al guatón Víctor Vásquez (viejo amigo y compañero mío y de Felipe, aunque no fue compañero de Roberto) y al profe Alexis a nuestras respectivas casas. Había sido un día de muchos recuerdos y emociones intensas.

Nos duele la partida de Roberto, pero nos queda la felicidad de haberlo conocido, y de reencontrarnos con la gente del Instituto que ocupa un lugar importante en nuestros corazones. Roberto era parte de ese lugar; su muerte es física, pero su ejemplo, su espíritu, vive en nosotros ahora.

1 comentario:

Ronny dijo...

Me alegro que haya salió bien, a mi todavía no me cabe en la cabeza todo lo que ha pasado, pero bueno. nada que hacer mas que recordar a Roberto tal como era...un ejemplo.
Gracias ariel por materializar mis condolencias.

PD: podrias mandarme la foto original a r.martinezmoya@jacobs-university.de ??
gracias