Por momentos me parece que aún estoy en Santiago de Chile, que es mentira que me vine a Windsor, Ontario, Canadá. En las calles hay áreas verdes, el cielo es azul, hay casas, hay gente. Sigo siendo yo mismo, pensando en castellano, y es principalmente por eso que a veces se me olvida que hace un mes ya que tomé el avión y me vine.
Hasta que me pongo a jugar a encontrar las diferencias. Los letreros están en inglés (¿qué esperabas?), los letreros con los nombres de las calles son distintos; muchos tienen solamente el nombre de la calle que atraviesa, y para saber el nombre de la calle por donde uno va, hay que dar la vuelta y ponerse por la otra calle. Por otro lado, parece que todas las calles tienen para los dos sentidos; nunca he visto una calle donde el tránsito sea de un solo sentido. Se ven autos distintos a los que ve uno en Santiago. Acá abundan los Chrysler y Dodge, también los Wolkswagen y Nissan; hasta los Jeep (p. ej. el Cherokee es bien común), y sobre todo los que aquí llaman SUV, es decir autos grandotes. No se ven, p. ej. el Chevrolet Corsa que en Chile es tan común, y tampoco hay requeteniún auto francés (Peugeot, Renault, Citroën). En general los autos son más grandes, y son todos automáticos. El único auto al que le he visto transmisión mecánica (es decir, hay que pasarle cambios) lo vi en una exposición de autos (car show) el día del trabajo, que aquí se celebra el 1 de septiembre. Era... un Lamborghini Diablo plateado. Desafortunadamente ese día no andaba con la cámara porque no esperaba encontrarme con el car show, así es que no tengo la foto.
En general la gente es más limpia. No es que no se vea un solo papel en la calle, pero se ve re poca suciedad. No hay perros callejeros; en lugar de perros callejeros hay... ardillas. Me da risa, porque no caminan, sino que es como si siempre anduvieran saltando para moverse. Uno no puede acercárseles mucho, porque aprietan cachete al tiro. Les da miedo.
Otra diferencia es que aquí se ve gente de muchos colores y razas. El pueblo chileno es notablemente más homogéneo en su composición étnica. Acá hay de todo, hay montón de gente del Oriente Medio y Lejano, así como europeos, y por supuesto, gringos, entiéndase niñitos rubiecitos. Es extraño estar almorzando en el centro de estudiantes y que un par de mesas más allá estén unas minas que uno jura de guata en el suelo que trabajan de actrices en The Hills o cualquier otra serie gringa donde figuren minas ricas. Y más, escucharlas conversar es escuchar el audio de cualquiera de esas seriales. Por otro lado, para los parámetros de Chile, yo no soy lo que se diría bajo de estatura, pero aquí definitivamente me siento enano. Creo que no duraría 5 minutos vivo en un partido de fútbol americano.
Ah, y aquí también son re fanáticos del famoso fútbol americano. Aún no tengo claro qué es el concepto de quarterback, otro día me informaré en la Wikipedia, pero algo estoy aprendiendo de fútbol americano, el cuento del touchdown y el gol de campo. Otra de las cosas interesantes de dicho deporte son, por supuesto, las cheerleaders. Puras minas ricas.
Los latinos en Windsor sí que somos una minoría. El otro día no más me encontré con un fulano que ocupa un cargo en la administración de la universidad, y caché que es colombiano, y estuvimos hablando en español, y conoce a otros latinos, y me habló de una especie de sociedad de habla castellana, y le di mis datos para que me avisara de cuándo se reunían.
Me he tenido que acostumbrar al hecho de que aquí no se usa que uno salude de beso a las damas, sino que uno tiene que darles la mano no más, a menos que uno les tenga mucha confianza. Aun así, yo diría que la gente es más amable, p. ej. en general los vendedores están más dispuestos a ayudarlo a uno que en Santiago, a veces uno va caminando por la calle y a uno lo saludan, o le sonríen, y uno tiene que corresponder.
¿Ha sido para mejor o para peor el cambio? Tiene sus ventajas y sus desventajas. No tengo que darle explicaciones a nadie respecto de a qué hora llego, o si llego, pero como aún no me devuelven el computador, a veces me aburro mucho. A veces echo de menos a la familia; en realidad una de las cosas que más echo de menos es la comida. Estoy comiendo menos, me estoy levantando y acostando mucho más temprano de lo que lo hacía en Chile. He echado de menos la guitarra; creo que le pediré a mis viejos que me la manden por encomienda.
Por mientras, seguimos sobreviviendo. Si tampoco cuesta tanto...
1 comentario:
Holanda landa, ¡tantas lunas!
Súper interesante el post, y veamos si le es útil a alguien que quiere irse a probar suerte al hemisferio norte :P En especial me llamó la atención lo de las ardillas. Diríamos como que son los perros callejeros de allá... lol
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